sábado, 3 de noviembre de 2012

Hiroshige, un samurai del grabado

Genio inigualable del grabado japonés, inspirador del impresionismo y otras vanguardias, Hiroshige deslumbró en Occidente con sus bellas ilustraciones de paisajes de Japón




Hablar de Andō Hiroshige es hablar de uno de los más grandes paisajistas de la pintura japonesa que llevó esta disciplina a un nivel artístico excepcional. Fue uno de los mejores representantes de la escuela de pinturas del mundo flotante, “Ukiyo-e”.
Verdadero mago de la técnica de la xilografía japonesa y, en particular, del grabado, donde Hiroshige nos atrapa con su delicadeza para captar los paisajes en las que el hombre se hace protagonista y los momentos de la vida cotidiana de su ciudad natal.
No cabe ninguna duda sobre su extraordinario talento. Clarísimas muestras de sus facultades innatas las encontramos en las hermosas series de grabados del monte Fuji y las de Edo -actual Tokio- entre otras.
Nada tuvo que envidiar a los artistas de Occidente, Hiroshige demostró con creces su poderoso estilo gráfico. Ningún otro grabador nipón del siglo XIX mostró tanta maestría y dominio de la técnica del grabado.

Un afamado artista en occidente
"El lugar más oscuro está bajo el faro" dice el proverbio japonés, y el dicho se ha hecho realidad en el caso de Hiroshige.
Es increíble que los grabadores nipones no fueran apreciados en Japón hasta no haber triunfado previamente en Europa y América. Este es el caso de Hiroshige que solo después de la venta de sus obras en Londres en 1909 despertó el interés entre los japoneses.


 “Entusiasmados, e incluso con veneración, impresionistas como Claude Monet o Edgar Degas coleccionaron grabados japoneses. ¿Cómo podemos imaginarnos las láminas y carteles de Toulouse-Lautrec sin la influencia nipona u Óperas como Madame Butterfly o Turandot?
La moda del “Japonismo”

Baudelaire escribió en 1861 una carta en la que decía: “Hace un tiempo recibí un paquete de japonneries. Las he repartido entre mis amigos”. Al año siguiente se abrió en la rue Rivoli, la calle más comercial de París, una tienda llamada “La Porte Chinoise”, donde se vendían diversos productos japoneses.
El Imperio del Sol Naciente y su cultura irrumpieron en Europa, sobretodo en París, capital del arte, donde hizo furor todo lo que provenía de Japón.
Auténtica fascinación provocó el arte japonés a mediados del siglo XIX. La tendencia al coleccionismo y el interés por todo lo que proviniera de Japón se llamó “Japonismo”. Las láminas ukiyo-e y la cerámica japonesa, seguidos por tejidos japoneses, bronces y esmaltes cloisoné eclipsaron otras modas y causaron verdaderos estragos entre los movimientos artísticos de la época.
Ávidos de nuevos lenguajes llenos de exotismo, los artistas europeos se vieron cautivados por el fervor por la naturaleza, una montaña o una brizna de hierba sutilmente ordenadas, los colores planos, las líneas descriptivas y decorativas, las composiciones asimétricas. Todo era fascinante, casi idolatrado.
Y la obra de Utagawa Hiroshige se hizo imprescindible para poder explicar esa nueva manera de entender la pintura que se produce en Europa.
Entusiasmados, e incluso con veneración, impresionistas de la talla de Claude Monet o Edgar Degas coleccionaron grabados japoneses. También inspiraron al modernismo y fueron  precursores del arte abstracto.
¿Cómo podemos imaginarnos las láminas y carteles de Toulouse-Lautrec sin la influencia nipona? Whistler fue uno de los primeros en introducir en Inglaterra el arte japonés. Óperas de la talla de Madame Butterfly se dejaron llevar, de la mano de Giacomo Puccini, por el Japonismo y más tarde en Turandot.
Y como efecto rebote, también los grabadores japoneses se dejaron influir a su vez por el arte occidental. Pero esto solo ocurrió en una época en la que Japón se abrió a Occidente, después de la restauración Meiji de 1868, acabando con un largo periodo de aislamiento nacional.


Un maestro de las estampas japonesas
Se cuenta que cuando Van Gogh llegó a Arles escribió a Emile Bernard su alegría al encontrar un lugar “tan bello como Japón”, que él nunca había visto y que había podido contemplar a través de las estampas de Hiroshige.
Así llegó el arte japonés a Occidente y, en particular, las estampas. Muchas de ellas fueron a veces utilizadas como ¡material de embalaje para envolver porcelanas que provenían de Japón!
Pero, ¿qué es lo que resulta tan interesante de las estampas japonesas que tanta influencia ejercieron entre los artistas occidentales? Fundamentalmente el predominio del dibujo lineal, la falta de perspectiva, esos colores planos y vibrantes sin sombras, los sujetos descentrados en plena libertad de composición y el exquisito gusto, incluso sublime, por una decoración ordenada.   
Aunque al principio los temas que eligió fueron tradicionales: mujeres jóvenes y actores, donde realmente destacó de una manera rotunda fue en el paisaje con la serie “Las Cincuenta y tres etapas de la ruta de Tokaido”.
Utamaro, Hokusai,  y Sharaku fueron algunos artistas contemporáneos de Hiroshige.
Su febril actividad le consagró como autor prolífico como pocos. Se ha estimado que Hiroshige llegó a estampar ¡más de 5.000 impresiones! y que alrededor de 10.000 copias salían de algunos de sus planchas de madera.
Curiosamente, mientras el arte japonés se hacía popular en Europa, al mismo tiempo, la “Occidentalización” llevó a una pérdida de prestigio para esas estampas en Japón.
Hoy en día las estampas japonesas se continúan produciendo. Un ejemplo de ello es su reproducción en postales y calendarios.

El pueblo nipón derramó lágrimas de dolor cuando murió por una epidemia de cólera a los 62 años de edad.


Algunos datos de la vida del genial artista
Su verdadero nombre es Ando Tokutaro, aunque también se le conoció con  dos nombres: Utagawa Hiroshige o Ichiyusai Hiroshige.
Nacido en Edo -la actual Tokyo- en 1797, en un comienzo fue bombero, como su padre. Es conocida su afición al dibujo desde muy niño. Casi a la vez quedó huérfano de padre y madre cuando solo contaba doce años de edad, adquiriendo el puesto de su progenitor como guarda de incendios. Tan pronto como le fue posible, Hiroshige trasmitió el puesto a su hijo para dedicarse plenamente a su arte.
En 1811 entró a formar parte de la escuela de Ukiyo-e con el maestro Utagawa Toyohiro del que tomó su nombre y firmó sus obras con el nombre de Utagawa Hiroshige, convirtiéndose en el mejor xilógrafo de paisajes.
En el terreno sentimental, Hiroshige se casó dos veces. Su primera esposa era la hija de un samurai. Fue ella quien dio a luz a su único hijo Nakajiro que murió a la edad de 20 años.
Dos años antes de su muerte tomó los hábitos religiosos como sacerdote budista rapándose la cabeza. Se considera que murió en el momento más apropiado, ya que, a menudo hablaba de retirarse del mundo del arte antes que la edad y la fatiga le obligaran a apartarse de su obra.
El pueblo nipón derramó lágrimas de dolor cuando murió por una epidemia de cólera a los 62 años de edad.

Gran bebedor de sake
Poco más se sabe de su vida adulta, pues era común en el Japón de aquel entonces que los artistas de clase baja solo se les reconociera por su obra sin tener en cuenta los detalles personales. 
Sí nos ha llegado alguna curiosidad como la de su gran afición por viajar y sus tendencias sibaritas, a pesar de sus escasos recursos. Gran bebedor de sake, sin caer en la adicción, al igual que su segunda mujer y un amante de los platos exóticos y de gustos extraños. Era fuerte, astuto y perspicaz de temperamento y robusto, de tez rojiza en cuanto a fisonomía.

Por amor al arte
Como verdadero artista que fue, nunca se preocupó de sus escasos medios de vida. Sin llegar a la miseria, no estuvo pendiente de sus ganancias sino únicamente de su trabajo. Incluso llegó a acumular deudas pero sin dejar de trabajar y de ingresar dinero fruto de su producción artística.
Vivió una vida pura y modesta. No se cansaba de hacer visitas a distintos lugares bajo todo tipo de condiciones meteorológicas especialmente con lluvia o nieve, de día y de noche, no tanto para pintar como para disfrutar de la naturaleza.
De pluma fácil, Hiroshige también fue un excelente poeta. Gran aficionado a la narrativa y buen compositor de poemas cómicos, los que firmaba como Utashige. Pero indudablemente, su mayor logro fue el de ser un verdadero maestro en captar la naturaleza haciendo sus ilustraciones incomparables.

Gracias al genial Andō Hiroshige, los occidentales podemos disfrutar de los paisajes japoneses a través de sus magníficas ilustraciones.
 

viernes, 24 de agosto de 2012

Matera, un escenario de película



La grata impresión de Matera sólo es apreciable al realizar su andadura entre casas engullidas por las rocas, iglesias rupestres con sus respectivos frescos y cientos de grutas. Sobre los techos de algunas de las viviendas brotan las chimeneas o surgen cisternas en los sitios más inesperados.

La impactante ciudad cautiva tanto durante el día como por la noche, sobretodo si uno se adentra, entre muchos de sus accesos, desde la plaza central de Vittorio Beneto, rodeada por completo de edificios históricos. Allí, junto a las cisternas, asoma una baranda desde la cual se contempla una auténtica postal de la villa. Una vez que se toma conciencia de la distribución y te adentras por sus entreveradas calles, vas descubriendo aquí y allá un verdadero centro troglodita inundado de misterio.


La composición de sus fachadas, sus casas y sus vericuetos, todo en ella sorprende nada más llegar y provoca una extraña sensación al que acude a ella.


La mejor manera de conocerla es caminando, ya que gran parte de la ciudad es peatonal. Subir y bajar entre callejuelas, iglesias, los “sassi”, turistas y los pocos habitantes que aún quedan.

Matera surge sobre la Gravina de Matera -afluente del Bradano-, a 200 m. de altitud, y se extiende en una ladera del barranco, donde creció en altura, en medio de una meseta seca y despoblada.

Estas casas, que bien podríamos llamar cavernas, se superponen unas a otras y algunas empiezan donde terminan los tejados de otras.

El casco antiguo y sus “Sassi” -como se denominan los cientos de casas excavadas en la roca caliza-, junto a las iglesias rupestres, han configurado su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993.

Es a la vez ciudad y municipio, capital de la provincia que lleva su nombre. Pertenece a la región de Basilicata, ubicada al sur de Italia.

Su economía se basa en la agricultura y a partir de los años 90 también a la producción de tapicería.


Un poco de historia.-

Se cree que los “Sassi” -su significado es “piedra”-, son uno de los primeros asentamientos humanos prehistóricos que se produjeron en la península itálica habitados desde el Paleolítico y están excavados en la propia roca, característica de la región de Basilicata y de Apulia.

Los primeros pobladores construyeron cisternas y sistemas de canales de agua pues era difícil proporcionar agua a sus habitantes, así en todos los Sassi se pueden observar cisternas para recoger agua.

Es probable, aunque no se tiene la certeza, de que la ciudad fuera fundada por los romanos en el siglo III a. C., con el nombre de Metheola, en honor al cónsul Lucio Cecilio Metelo.

Sufrió todo tipo de conquistas: griegos, romanos, lombardos, sarracenos, bizantinos, normandos, turcos, aragoneses, franceses y alemanes. Fueron los primeros italianos que se sublevaron contra la Wehrmacht nazi en 1943.



“Matera es el único lugar del mundo donde la gente puede presumir de estar viviendo aún en las mismas casas que sus antepasados de hace 9.000 años”.

Hasta los años 50 unas 25.000 personas seguían viviendo en los “Sassi” en unas condiciones de ínfima habitabilidad con sus animales, pues las únicas propiedades de estos hombres eran los aparejos para trabajar el campo y sus animales domésticos que convivían con ellos en las cuevas.

Por todo esto el gobierno italiano obligó a su desalojo por la fuerza y a cambio proporcionó a sus habitantes una vivienda nueva en la ciudad moderna. No obstante de la prohibición, muchos de ellos siguieron viviendo en estas casa-cuevas.

Este canje fue beneficioso para el Estado pues le situó en propietario de más del 90% de la ciudad vieja y sólo aquellos materianos con mayor poder adquisitivo pudieron mantener su patrimonio dentro de los “Sassi”.

En la actualidad nadie vive en la ciudad vieja de Matera, a excepción de hoteles perfectamente adaptados y pequeños negocios. Así, la ciudad se proyecta hacia el turismo con ayuda de la Unión Europea, del gobierno italiano, de la Unesco.

El ambiente de Matera y sus alrededores bien podría semejarse a la antigua Jerusalén, por este motivo ha atraído a los directores de cine como escenario de famosas películas bíblicas como: “El Evangelio” según San Mateo, de Pasolini en1964, “La Pasión de Cristo”, de Mel Gibson en 2004, o “La profecía”, de John Moore en 2006, entre otras.


Las Iglesias rupestres y Monasterios

Tanto dentro de Matera como en el barranco, se concentran gran cantidad de monasterios y alrededor de 150 iglesias de pequeño tamaño excavadas en las paredes de la montaña o en la roca. Fueron fundadas entre los siglos VIII al XII por monjes bizantinos procedentes de Asia Menor.

Muchas de ellas son iglesias rupestres de estructura muy sencilla,  con un único altar y algún fresco. Otras, sin embargo, se componen en un complejo entramado de cavernas, con tres naves, paredes repletas de frescos y amplias cámaras subterráneas, usadas probablemente para la meditación de monjes y cenobitas.

En el punto más alto del centro de la ciudad, en la colina de la Civitas se eleva la Catedral, “El Duomo”. Se fecha en el siglo XIII y está dedicada a Sta. Maria Della Bruna. Esta basílica se construyó en estilo románico apuliano, y en su interior cuenta con valiosas muestras de barroco. Además, posee un campanario de 52 metros.

Del mismo siglo es la iglesia de San Giovanni Battista construida en estilo románico o la de San Francesco d'Assisi.

En la plaza San Pietro Caveoso, se puede visitar el monte Errone donde se encuentra una de las iglesias rupestres más bellas de Matera: Santa María de Idris, cuya principal característica es su magnífica ubicación en la garganta de la Gravina. Está completamente tallada en piedra caliza, excepto la fachada, con frescos de los siglos XIV, XV, XVI.





domingo, 10 de junio de 2012

¿Quién dijo que no se puede ser completamente feliz?

 

 

Al parecer existe el hombre más feliz del mundo, se llama Matthieu Ricard, es biólogo molecular, tiene 61 años y dejó su carrera por abrazar el budismo y ser el asesor personal del Dalai Lama.

Este francés obtuvo la nota más alta en un estudio sobre el cerebro realizado por la Universidad de Wisconsin -Estados Unidos-. Y así, los especialistas en neurociencia afectiva, le nombraron “el hombre más feliz de la Tierra”.

Las investigaciones realizadas
Esta conclusión a la que han llegado los científicos de dicha Universidad es producto de un estudio exhaustivo y durante años del cerebro de Ricard.

El proyecto consistió en someter su cabeza a constantes resonancias magnéticas nucleares, en sesiones de hasta tres horas de duración. Su cerebro fue conectado a 256 sensores para detectar su nivel de estrés, irritabilidad, enfado, placer, satisfacción y así con decenas de sensaciones diferentes.

Los niveles  sobre  los  que  oscilan  estas  pruebas fluctúan  entre 0.3,  muy infeliz,  a -0.3, muy feliz. Mathieu Ricard logró -0.45, por lo que superó y desbordó todos los baremos.

Estos trabajos sobre la felicidad del profesor Richard J. Davidson, del Laboratorio de Neurociencia Afectiva de la Universidad de Wisconsin, se basan en el descubrimiento de que la mente es un órgano en constante evolución y, por lo tanto, moldeable. Este científico estadounidense habla de “La plasticidad de la mente”.

Dentro de estas investigaciones han logrado probar que la corteza cerebral izquierda concentra las sensaciones placenteras, mientras el lado derecho recoge aquellas que motivan depresión, ansiedad o miedo. Ricard, durante sus resonancias magnéticas, mostró una actividad inusual en su lado izquierdo.

Sondeos en diferentes lugares
Los mayores registros de felicidad se detectan en monjes budistas que practican la meditación a diario. Quizá sea fruto de su gran capacidad de explotar esa “plasticidad cerebral” para alejar los pensamientos negativos y concentrarse sólo en los positivos.

En estos sondeos, los habitantes de las barriadas pobres de Manila se mostraron, a pesar de su pobreza y de ser el lugar del mundo más afectado por los desastres naturales, de los más felices. Su intensa vida social y familiar suple todas las privaciones.

En cambio Hong Kong, con una renta per cápita 20 veces mayor aparecen en los últimos lugares en los estudios sobre felicidad. Una de las causas sería la presión consumista, el estrés y el deterioro de las relaciones sociales


Consejos prácticos para ser feliz
Ricard cree que muchos de los sentimientos negativos que tenemos respecto a los demás no tienen una justificación real y que deriva de una creación artificial de nuestra mente como una proyección de nuestras propias frustraciones.

Y ése es uno de los impulsos que el monje francés piensa que hay que aprender a controlar si se quiere ser feliz. Para este budista, la felicidad es “un tesoro escondido en lo más profundo de cada persona”. Sólo con práctica y fuerza de voluntad, se es capaz de encontrarla. Nada tiene que ver los bienes materiales, el poder o la belleza. Y quienes llegan a este punto, según Ricard, sienten lo mismo que “un pájaro cuando es liberado de su jaula”.

Matthieu Ricard opina que el dolor que experimentamos ante la pérdida de un ser querido no debe ser considerado necesariamente como un drama ni como algo triste. “El mejor homenaje que podemos ofrecer a los que ya no están con nosotros es vivir la vida de forma constructiva, ser conscientes de que nacemos solos y morimos solos. ¿Por qué no sentir que cada ser humano es nuestro familiar, que cada casa es nuestro hogar?”.

    La conclusión que se puede extraer de todo esto es que el concepto tan vago y poco preciso de la felicidad es algo que se puede aprender, desarrollar, entrenar y alcanzar una vez aprendido el proceso de crear sensaciones en la mente.



Entrevista con la pintora e ilustradora Carolina Díaz



Artista vocacional, Carolina Díaz, ha indagado en los misterios de la forma y del color desde su infancia.

Nacida en Madrid, esta pintora estudió en la Facultad de Bellas Artes. Su trayectoria artística siempre ha estado ligada al mundo de la pintura, y así, cuenta con varios premios y exposiciones -tanto individuales como colectivas- y en los últimos tiempos ha basado su producción artística en el mundo infantil.

La ilustración en los cuentos para los más pequeños tiene la misma importancia o más que una buena historia y así nos lo demuestra Carolina Díaz en su primer trabajo: "¿Dónde está Babia?", que firmará en la Feria del libro en el Parque del Retiro, este viernes 8 de junio de 18 h a 21 h en la editorial Thule -caseta 160-, junto a la escritora Eva Manzano y el domingo 10 de Junio de 12h a 14h en la librería Kirikú -caseta nº 69-

¿Dónde está Babia? Pretende acercar al lector, niño o adulto, a ese mundo que todos conocemos y que es el de la imaginación, tan importante para poder contar historias y para realizar nuestros sueños.

Este concepto de “Babia”, toma forma a través del texto y de los dibujos e irradia la capacidad de formar parte de nuestra vida y experiencia siempre que sigamos teniendo esa asombrosa capacidad que es la de imaginar. Podríamos decir que es como la meditación, estar en Babia es un estado de observación de la realidad mediante los sentidos, una forma de observar con los ojos del corazón.  



M.P. No sé si he descrito bien el mensaje del cuento, Carolina o quieres añadir algo más.
La autora pretendía con este libro devolver a los niños la capacidad de imaginar que hoy en día es tan difícil de mantener en esta sociedad tan centrada en la competitividad y la ausencia de creatividad. Ha querido recrear un mundo donde persistan las ideas y las imágenes de nuestro subconsciente y donde haya cabida a nuestros sueños.

M.P. ¿Cómo surge la idea de esta historia?
El texto es una idea original de Eva Manzano, la autora de “Recetas de lluvia y azúcar”, libro de gran éxito y que ya está a la venta su 5ª edición.

Cuando me pasó el texto me introdujo en un mundo de sensaciones a través de la contemplación de ciertos objetos como las llamas del fuego, el agua, las motas de polvo suspendidas en el aire. En un principio pensé que era un texto difícil para poder transmitir todos estos efectos.

Recordé las impresiones que experimenté en mi infancia e intenté plasmarlas en el papel intentando conseguir un estado atmosférico donde pudiera perderme en el pensamiento abstracto conseguido a través de dar determinadas formas y colores. Y, el resultado está ahí, en el cuento.
 
M.P. Tu trayectoria como pintora ha desembocado recientemente en esta faceta que es la ilustración, ¿Cómo has llegado a este punto?
Al ser madre descubrí un grandísimo nuevo mundo de imágenes en la ilustración que me apasionó, además de ser una amante de los cuentos. Hace dos años me apunté a un taller en Valladolid con la gran ilustradora Kveta Pacovska con quien descubrí que el álbum ilustrado es el primer museo de arte para los niños.

También considero la necesidad de enseñar  a los padres que los niños son capaces de desarrollar la creatividad a través del arte y de entender, como hacía Leonardo con sus discípulos, que es posible encontrar formas en las nubes o ver en qué se puede convertir un palo, etc. Y de ahí empezó mi nueva faceta en este campo.

Mi obra pictórica tenía un componente muy narrativo y simbólico y se adecuaba a este nuevo mensaje. La ilustración desde un punto de vista más humilde es capaz de llegar a más gente y un medio de comunicar y compartir sensaciones e ideas, a diferencia de la pintura que se ha convertido en un bien de consumo privado o en el mejor de los casos museístico.

M.P. ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
Mi proyecto más inmediato es, junto a Eva Manzano, un álbum infantil titulado: “Enséñame a pensar” que muestra cómo conformamos nuestro pensamiento y que se publicará el año que viene.

A raíz de estos dos cuentos me han surgido nuevas propuestas de trabajo que intentaré plasmar y concretar en breve, una de ellas con una periodista y otra con una historiadora.  

       Y así nos despedimos de Carolina en su estudio, donde bajo recortables de estridentes colores y sutiles formas esparcidos por todo el espacio, sin dejar un hueco que nos permita pisar el suelo, nos recrea su mundo de creatividad tan complejo y a la vez tan cercano, como es ella.